¿A quién no le gusta sentir el rush de vivir en un lugar tan enigmático y particular como Nueva York? Pasé un mes en esta ciudad en un programa de aceleración, reunida con empresarios, ejecutivos, emprendedores, fondos, bancos, agencias; y la experiencia me abrió los ojos.
En esta ciudad no existen limitantes para pensar en grande, y eso es algo que hoy hace mucha falta a los emprendedores en México. Durante mi tiempo allá, entendí cuáles son las principales barreras que nos impiden crecer.
Existe una falta de claridad al momento de plantearse una meta. Debes tener una idea de hacia dónde te diriges porque si no, empiezas a dar bandazos que no llegan a ningún lado.
Una vez que tienes la visión, sé consciente de lo que vas a requerir para llegar ahí. Esto incluye los recursos, no sólo económicos sino de tiempo y de talento. Reconoce lo que tienes, lo que no y lo que necesitas complementar para reunir a un equipo de éxito.
No te pongas obstáculos. A veces ocurre que al proyectar a futuro, nos perdemos en lo que podría pasar, vemos los “por qué no” voy a triunfar y se nos olvida ver los “por qué sí”. Resuelve los retos cuando se te presenten y no te anticipes, eso te puede paralizar.
Le pierdes el miedo a crecer cuando te das cuenta de que no tienes que controlar el 100% de tu negocio, que no todo va a salir perfecto y que tal vez no está tan mal fracasar. Ese es otro de los aspectos que diferencian a los emprendedores en Estados Unidos, donde el fracaso no es tan castigado. Ellos ejecutan constantemente y si algo sale mal, aprenden y vuelven a intentarlo; en cambio en México, donde tenemos miedo a equivocarnos, lo pensamos demasiado y no concretamos.
Darte cuenta que algo no está funcionando a tiempo, es sabio. No seas terco en el camino
a seguir y reacciona para buscar un nuevo sueño o meta.
Fuente: Revista Entrepreneur
