Por: Ferenz Feher, CEO Feher Consulting
Feher Consulting, Agosto 2021
En la empresa, con el habitual encierro y la pandemia creciendo a pasos agigantados, la incertidumbre y el miedo por lo que viene siguen siendo el pan de cada día.
Hace un par de semanas, terminaron las Olimpiadas en Tokio. Lo que prometía ser el evento más perfecto del mundo, tuvo que ser pospuesto un año, anunciarse como Tokio 2020 y adaptarse a las nuevas condiciones del mundo. Las lecciones que nos dejaron han sido maravillosas, sobre todo, aquellas en donde la perfección quedó completamente de lado.
“Cuantas más medallas tienes al regresar, más pesada es la mochila”.
Nadia Comaneci (exgimnasta rumana).
Cuentan que el pintor y escultor renacentista Michelangelo Buonarroti era una persona de difícil carácter. Como es común que pase con los artistas, su personalidad era a veces exagerada y no permitía que nadie se acercara o entrara a su taller creativo. No compartía opiniones con nadie y jamás dejaba que vieran sus dibujos y proyectos personales. Él estaba convencido de que el proceso creativo de los artistas tenía que desaparecer con el artista mismo. Por eso definió que debían desaparecer cualquier rastro de sus apuntes, o de sus ensayos, porque el trabajo final sin pruebas o ensayos demostrarían, con el paso del tiempo, que el artista nunca se había equivocado.
“Miguel Ángel tenía claro que, de quedar alguna evidencia de su proceso creativo, la magnificencia de las piezas terminadas perderían algo de su halo de perfección. La razón es simple: se entendería parte del proceso humano de prueba y error necesario para llevar a cabo proyectos de esa envergadura. Por esta razón, sus cuadernos de dibujo, estudios y otros intentos de obra final fueron destruidos.”[1]
Unos cuantos siglos más tarde, la perfección en las Olimpiadas de Tokio dieron un vuelco interesante en el concepto. Ser perfecto cuando uno compite es lo único que importa. En los juegos olímpicos, la perfección es lo menos que se espera, los atletas viven bajo un régimen estricto con el fin de alcanzar un lugar en el podio. Pero es ésa tan anhelada perfección la que en muchos casos ha desencadenado faltas importantes en la salud emocional y psicológica de los atletas.
Casos como el de la campeona olímpica Simone Biles, quien eligió su salud mental antes de seguir en la competencia olímpica, destaparon la realidad en la que no sólo los atletas olímpicos se encuentran. Ser “siempre los mejores” trae consigo consecuencias de las cuales todos hablan en secreto, pero no salen a gritar la presión y la exigencia a la cual los tienen acostumbrados.
En la empresa, con el habitual encierro y la pandemia creciendo a pasos agigantados, la incertidumbre y el miedo por lo que viene siguen siendo el pan de cada día. Psicológicamente hemos vivido en modo de supervivencia los últimos 18 meses, lo que podría representar cambios emocionales y psicológicos importantes.
La estabilidad a la que estábamos acostumbrados ha modificado nuestras rutinas, nos ha vuelto más empáticos en cuanto al tiempo que compartimos, pero en muchos casos, nos ha pedido ser más exigentes en cuanto a la calidad de los trabajos. No sólo vivimos en el modo supervivencia, también tenemos que ser felices y agradecidos con las cargas excesivas de trabajo.
Los estudios mundiales no han dejado de lado los resultados. Por ejemplo, en España, cuatro de cada diez trabajadores consideran que se ha deteriorado su salud mental. En México, según la UNAM, hasta el 2020, 85% de las empresas no contaba con las condiciones adecuadas para tener un balance adecuado entre el trabajo y la vida familiar. Lo que desencadena diversos trastornos físicos y psicológicos, representando a la larga, baja productividad laboral.
De hecho, antes de la pandemia se mantenían este tipo de situaciones, pero con el aislamiento, los seres humanos estamos más en contacto con nuestras emociones, vivimos preocupados, agradecidos, felices, tristes, pero ahora, sin filtros, ni oficinas de por medio. Como empresarios y dueños de negocios, ¿qué podemos hacer para propiciar un ambiente sano?
Aquí algunas recomendaciones:
- Tenemos que dar prioridad a la salud mental de nuestros colaboradores y caso por caso entender su entorno. No es lo mismo tratar con alguien que ha sufrido la pérdida de un familiar, que alguien que mantiene un nivel de productividad extraordinario ante la pandemia.
- El presupuesto de tu empresa (si es que no lo tiene actualmente) debe incluir un apartado para salud y apoyo emocional profesional. Terapias y grupos de apoyo ante pérdidas de este tipo suelen ser de mucha ayuda para los colaboradores.
- Lograr el equilibrio en los horarios, por medio de políticas laborales, tomando en cuenta las dinámicas familiares, sobre todo en las personas que tienen que cumplir con actividades de cuidado y alimentación de menores, enfermos, padres, abuelos, etc.
- Brindar herramientas útiles y necesarias para que los colaboradores cuenten con todos los servicios para trabajar desde casa de manera óptima; incluye laptop, Internet, sillas, escritorios, y/o cualquier gadget que les ayude a trabajar de manera efectiva.
- En manera de lo posible, realizar de nueva cuenta, el cuestionario de la fase inicial de la NOM-035. Las condiciones han cambiado y sin duda las condiciones psicológicas de los colaboradores.
Además de lo emocional, debemos enfocarnos en la seguridad laboral a la hora de regresar a la oficina, tomando en cuenta los protocolos recomendados por el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
La salud mental es tan importante como la salud física. Los atletas olímpicos lo han demostrado. La sociedad actual necesita entenderlo y hoy más que nunca tenemos que ocuparnos de ella.