El hombre que va a ayudar a los más necesitados con una franquicia

Ferenz Feher, consultor y experto, asegura que utilizar el modelo de franquicias comerciales es una alternativa efectiva para potenciar los programas que ayudan a los más necesitados en México y Guatemala.

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Es inusual ver a un empresario platicando con jóvenes presidiarios o investigando sobre la cría de una especie de gallinas en Guatemala, pero sucede. Ese es el caso de Ferenz Feher, quien dedica parte de su tiempo como consultor de negocios y franquicias, a beneficiar a la sociedad replicando programas sociales para aumentar su impacto, bajo un modelo que denominó como Franquicias con Impacto Social.

¿La razón? “La mayoría de los grandes males de la humanidad ya han sido resueltos, aunque somos incapaces de reproducir esas soluciones en otros lugares. Ahí es donde entran las franquicias”, comenta Ferenz, entusiasmado.

“Si ya encontramos una forma de replicar soluciones, hagámoslo. Es nuestra obligación utilizarlas en beneficio de los más necesitados”.

Por su contribución en el apoyo a poblaciones vulnerables por medio de su investigación y de la infraestructura de su consultora Feher & Feher, este mexicano es el primero en recibir el Premio Ronald E. Harrison, por parte de la Asociación Internacional de Franquicias. Entrepreneur platicó con él sobre las oportunidades y retos de este modelo, así como del impacto que puede tener en nuestro país.

¿Qué son las franquicias con impacto social?

Combinan la metodología de las franquicias comerciales con los modelos sociales que solucionan necesidades de la población, con el objetivo de aumentar su impacto y replicarlo. Todas atienden a la Base de la Pirámide; sin embargo, no son iguales en sus modelos. Las hay de tres tipos:

Franquicias sociales. Viven de donati?vos y no tienen fines de lucro. Lo que hacen es clonar una ONG o asociación civil en cuanto a su know how, manuales, estandarización, etc.

Franquicias con fin social. Aunque reciben donativos, sus ingresos se generan de su misma operación; es decir, son autosustentables.

Microfranquicias. Combinan las microfinanzas con el autoempleo y cuestan menos de $50,000. El Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) ofrece apoyos para su adquisición.

¿Cuál es el panorama de este tipo de franquicias en México?

Cada país tiene distintas problemáticas que resuelven por medio de estos modelos. En Estados Unidos, por ejemplo, se enfocan en acciones para el bienestar y salud de las minorías. En Alemania, la ayuda es más bien hacia lo relacionado a los adultos mayores. En África, son temas de telefonía celular, agua y VIH. En México nos enfocamos más en problemáticas de reinserción social, violencia de género y discapacidad, por mencionar algunas. Incluso en Guatemala ayudamos a clonar, en todo su territorio, la crianza de una especie de gallina endémica que pone huevos con más nutrientes para alimentar a niños de escasos recursos.

¿Dónde se ubica México en este tema a nivel global?

Lamentablemente, no hay estadísticas al respecto, pero ya se están haciendo esfuerzos para cambiar esto. Desde hace tres años pertenezco a un task force compuesto por unas 30 personas de distintas nacionalidades –yo represento la voz hispana– que trabajamos para conjuntar la mayor cantidad de acciones de franquicias con impacto social en todo el mundo. En cuanto a la región, nuestra consultora ha aplicado el modelo en más de 12 casos, tanto en México como en Guatemala. Y México es uno de los países que tiene más casos y con mayor diversidad.

¿Quién invierte en ellas?

Para las franquicias sociales, una constante es que sea un filántropo relacionado con el problema de manera directa. Si además de ayudar éste quiere ganar dinero, entonces busca (opciones) en las franquicias con fin social. Los microfranquiciatarios pueden ser desempleados, mujeres con tiempo parcial o jóvenes con carreras técnicas.

¿Cuáles son los retos?

Hay mucho desconocimiento al respecto. Está quien opina que estas acciones le corresponden al Gobierno, y quien dice que por haber lucro, son más bien responsabilidad de las empresas. Y como poco se saben, poco se apoya. En mi opinión, la “bolita” es de los empresarios responsables en conjunto con el Gobierno Federal, entendiendo que ayudando se van a generar recursos, a reintegrar a personas a la sociedad y a eliminar problemas sociales que aquejan a los más necesitados. Con eso, todos ganamos. También hace falta mayor financiamiento para la investigación y el desarrollo porque cada vez hay menos donantes.

¿Qué oportunidades detectas?

El costo de oportunidad de no hacerlo es tener una problemática social muy alta, cuando ya cuentas con una forma de solucionarlo. De nuevo, las respuestas ya están ahí, lo que falta es cómo llevarlas a otras latitudes o juntarse con otros para aumentar el impacto. ¿Por qué no hacer economías a escala en temas sociales en lugar de duplicar los esfuerzos en la misma vertiente y con un menor beneficio? También detecto oportunidad en el área legislativa y fiscal, para que haya beneficios fiscales para las empresas de este tipo y que no se preste a malas prácticas. Ojo: no todo es replicable, como en las franquicias comerciales. Hay que analizar que los programas se puedan estandarizar, documentar y traspasar a otras asociaciones para que el impacto sea escalable.

Fuente: Entrepreneur.

Feher & Feher

Consulting

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