Hablar de compensaciones supone un análisis profundo sobre temas monetarios, sin embargo… habría que empezar por definir, ¿qué es una compensación? Pues bien, se refiere a todo aquello que recibe un colaborador a cambio de su trabajo en una empresa, puede ser en dinero y/o especie (incluyendo sueldo, comisiones, prestaciones, participación en las utilidades, etc.)
Normalmente, las empresas diseñan planes de compensaciones que tengan como objetivo:
- Retener al personal con el que cuentan.
- Fomentar un adecuado desempeño.
- Mantener un alto nivel de productividad.
- Cumplir con las disposiciones legales.
- Evitar la desigualdad y fomentar un clima laboral sano.
- Tener colaboradores contentos y motivados.
- Controlar sus costos.
Sin embrago, realizar un plan que ayude a cumplir con los objetivos, no es tarea fácil, para ello se requiere contar con personal competente en el área y seguir estas recomendaciones:
- Tomar en cuenta la empresa misma y sus características económicas.
- Realizar una correcta clasificación de los puestos, tomando en cuenta la finalidad del mismo, el grado de responsabilidades que tiene, la complejidad de sus funciones.
- Establecer una estructura de sueldos y salarios imparcial y equitativa.
- Analizar las prestaciones actuales y unificarlas (en la medida de lo posible) para evitar diferencias.
- Realizar un análisis constante en el mercado para conocer los sueldos que perciben otros colaboradores del mismo sector y mantener la competitividad.
- Definir qué prestaciones adicionales se le podrían ofrecer a los colaboradores para incentivarlos así como sus límites.
- Con respecto a las prestaciones que exige la Ley, respetar el cumplimiento de las mismas.
Es importante trabajar, nivelar, y actualizar las compensaciones en la organización ya que puede afectar la productividad de los colaboradores y dar como resultado de la falta de satisfacción conduciendo a dificultades, desconfianza, ausentismo, incrementar el nivel de quejas o incluso pueden buscar un empleo diferente lo que nos repercute en la rentabilidad y competitividad de la organización.
Fuente: Boletín AMF.
Por: Irma Gallegos, Ana Oros y Rebeca Hernández