Peter Drucker tenía una extraordinaria visión sobre lo que empresarialmente funcionaba y lo que no. No en vano, dedicó gran parte de su vida a estudiar y entender el mecanismo de muchas empresas, en donde el talento humano era una de sus partes preferidas. Así, estudiando las aptitudes y las actitudes de los seres humanos que trabajaban en equipo llegó a una de las muchas conclusiones que se rescatan en sus libros y particularmente, en uno de sus ensayos: “Managing oneself”, en donde afirma que es mejor potencializar nuestras virtudes, antes de cambiar de lleno lo que es nuestra esencia.
En ese artículo, Drucker precisa algunas instrucciones para manejarnos a nosotros mismos y de esa manera, aprenderemos ¿en qué somos buenos? ; y de acuerdo a esa lista de virtudes, debemos enfocarlas para crear nuevas oportunidades de crecimiento. Además de conocer lo mejor de ti, es necesario trabajar en estas bondades para crecerlas y de este auto-conocimiento básico entenderás ¿cuáles son tus limitaciones? (¿qué te frena para no mejorar en algún campo en el cual eres buen@?). Entendiendo tus fortalezas y tus limitaciones, conocerás tu arrogancia intelectual, la cual tienes que superar para, ahora sí: ser una mejor persona.
Ya que tus conocimientos se potencializaron, es momento de entender ¿cómo aprendes? Y no se trata de ese conocimiento de escuela en el que el profesor se detenía a explicar cada una de las materias para entender el mundo. No! Se trata de entender el cómo funcionan las actividades que realizamos y más aún, el cómo hago las cosas. Se supondría que el equipo de colaboradores de una empresa está contratado para llegar a un objetivo. Pero ¿cómo logra sus objetivos cada una de las personas que integran ese equipo? Esto tiene que ver con nuestra conducta, los acontecimientos que vivimos, la cultura, las costumbres y en general, el contexto social en el que se desenvuelve cada uno de ellos. De aquí surge el término “lector” y “oyente” ya que afirma que ambas personalidades distan de trabajar armónicamente, ya que no todos los participantes de cualquier empresa debe adaptarse a ambas condicionantes, que en gran medida, disminuyen o aumentan las probabilidades de éxito para llegar a una meta en conjunto.
Otro de los temas a resaltar son los valores de cada persona, ya que esto identificará el grupo de participantes y la probabilidad de que alcancen los objetivos señalados. Si una persona se caracteriza por ser soñadora, pero que no ha alcanzado nada aún, tiene una gran actitud, pero en cierta manera carece de alguna aptitud para concretar sus proyectos, no es mal elemento, simplemente trabaja diferente.
Y es que todo el mundo nos ha dicho que el cambio debería ser una de las constantes en nuestra vida, en nuestros negocios, en el acontecer de la historia de la humanidad. El cambio es crecimiento y nuevos retos, es incómodo y está lleno de incertidumbre; pero es una gran oportunidad para realizar lo que creíamos imposible. Este año apenas inicia; estamos precisamente en sus primeros días, cuando aún es momento de sentarnos a pensar que es hora de soñar, salir a otros mercados, crecer nuestra responsabilidad con las causas sociales, apoyar los proyectos que hemos dejado por una u otra cosa, en el escritorio, lejos, en un recuerdo vano… Es momento de crear, creer y potencializar nuestras ideas, de crecer con México, de ayudarnos entre todos. Si unimos esfuerzos, actitudes y aptitudes, lograremos una meta conjunta.
Fuente: Síntesis Informativa AMF.