Crecimiento rentable y creación de valor

Por: Carlos C. Cosío

Socio Director de Consultores en Dirección del Crecimiento (CDC)

Facilitador de Procesos de Gobierno Corporativo y Familiar

Feher Consulting, Julio 2022

“Crear valor es algo que no entendemos comúnmente.  El empresario muchas veces ordeña su negocio, intentando crear su patrimonio fuera de la empresa, dejando con ello de concretar el valor en aquello a lo que más le dedica….”

Un objetivo de la empresa es maximizar el valor de la inversión de los accionistas. Esta es una cuestión técnica, no filosófica. No es el objetivo único de la empresa y puede que no sea ni siquiera el más importante. Hay muchos otros objetivos relacionados con las otras personas o entidades relacionadas por las actividades de la empresa, a los que se ha dado llamar “stakeholders”.

Las finanzas tratan de abordar las grandes cuestiones que afectan a los flujos de fondos básicos de la empresa, volumen y composición del activo, estructura del pasivo, capital y todas las políticas y decisiones concretas que afectan a dichas cuestiones.

Desde el punto de vista estratégico y operativo, de inversión y crecimiento deberían formularse objetivos y medios para tratar de optimizar la creación de valor para los accionistas en un principio que consideren también al resto de los “stakeholders”.

El valor no es un concepto abstracto. Representa el precio que los nuevos inversores estarían dispuestos a pagar por las acciones de la empresa, de forma que la rentabilidad que se espera obtener sobre el precio pagado, de acuerdo con las perspectivas de flujos de fondos futuros, esté en consonancia con la rentabilidad exigible a esta inversión en función del riesgo percibido. Los accionistas ajustan la rentabilidad a obtener a través del precio que están dispuestos a pagar. Esto es el valor.

En ocasiones se habla de maximizar el valor a largo plazo para el accionista. Esto es un concepto demasiado difuso. De hecho, si la empresa genera expectativas favorables a largo plazo y sabe comunicarlas, el valor de mercado debería reflejar de inmediato estas expectativas.

La creación de valor depende de la rentabilidad que los negocios de la empresa puedan ofrecer a los recursos propios. Si esta rentabilidad es superior a la rentabilidad exigida por los accionistas, el valor de mercado será superior al valor contable y habrá creación de valor. Si la rentabilidad sobre fondos propios es inferior a la rentabilidad exigida, sucederá lo contrario y habrá destrucción de valor.

Para que exista destrucción de valor no hace falta que la empresa entre en pérdidas. Basta que no obtenga el nivel de rentabilidad exigible en función de su riesgo. Cuando esto ocurre, se dice que la empresa es económicamente no rentable, aunque sea contablemente rentable porque obtiene beneficios.

El crecimiento es favorable para las empresas económicamente rentables, y desfavorable para las económicamente no rentables. En este último caso, las estrategias que mantienen un valor inmediato más alto son las estrategias de reducción que buscan afanosamente cortar la grasa y buscar formas más eficientes de mejorar el rendimiento, lo que se ha dado en llamar el “crecimiento negativo”. 

Desde el punto de vista financiero, las empresas económicamente no rentables deberían tender a desaparecer. Si esta estrategia se pone en práctica de una vez (liquidación) o paulatinamente (reducción progresiva), dependerá entonces fundamentalmente de cuestiones relativas a los stakeholders. Financieramente hablando, es un mero problema de medida: valor neto de liquidación frente a valor con reducción progresiva.

El panorama de las empresas mexicanas no es, en general, muy halagüeño en términos de creación de valor. Por los datos publicados, existen aparentemente muchas empresas que no son económicamente rentables.

Para crear valor para los accionistas es conveniente identificar y tratar de actuar sobre todos los propulsores de valor (value drivers). Los ingredientes de la fórmula de creación de valor permiten identificar todos los campos de posible mejora en los que la empresa puede actuar. Pero también es fundamental identificar a los detractores de valor (value miner ), aquellos que “minan” o diluyen el valor que intentamos construir.

El empresario debe decidir dónde quiere consolidar su patrimonio.  Éste comienza en la rentabilidad, se consolida en el valor y se aprecia en la trasmisión de ese valor.  Debemos aprender no sólo a sembrar sino a cosechar…

Carlos C. Cosío

Socio Director de Consultores en Dirección del Crecimiento (CDC)

Facilitador de Procesos de Gobierno Corporativo y Familiar

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