Pluma Invitada
Víctor Castañeda, CEO de IMAGIC GROUP
Conferencista y Mentalista Corporativo
Feher Consulting, Junio 2021
Desde hace décadas el mundo ha entrado en una dinámica de digitalización cada vez más compleja. El internet de las cosas cada día se normaliza más. Plataformas digitales como Zoom, Teams o Meet ya formaban parte de una dinámica laboral y escolar. ¿Y qué decir de las redes sociales?, son un fenómeno global cada vez más protagónico en nuestro estilo de vida.
Es verdad, venimos de un contexto donde la digitalización ya existía, pero todo se potenció de la noche a la mañana. A partir de la pandemia por la que atraviesa el mundo, toda esta vorágine digital se intensificó de una manera cuasi abrumadora. Ya no era opcional utilizar Zoom para hacer una junta de trabajo; ya no era opcional consumir contenidos vía streaming, en lugar de ir al cine; ya no era opcional experimentar a través de una pantalla los grandes eventos.
La pregunta es: ¿realmente se le puede llamar “experiencia” a ese tipo de contenidos? Mi respuesta es sí. Se puede, siempre y cuando vayamos más allá de la simple plataforma.
Si bien es cierto que esta contingencia nos obligó a reenfocar nuestro expertise hacia nuevos formatos que no estaban diseñados para contenidos tradicionales, también es verdad que nos abrió los ojos para reconceptualizar lo que nuestra época debe entender por “evento”.
Un evento, pues, tiene más de una arista; no se trata solamente de contenidos que pueden vivir en un espacio físico o digital; porque nos dimos cuenta de que el mundo no es dicotómico, sino plural. Por tanto, un evento debe ser entendido como una experiencia que nace en un lugar determinado pero que germina dentro de nosotros mismos, más allá de la plataforma usada para provocarlo.
Y no me malinterpreten, el espacio físico y las plataformas digitales siguen siendo de vital importancia; esto sigue condicionando la historia que vamos a contar. Lo que digo es que no nos quedamos ahí, sino que encontramos las maneras de hacer que esa pantalla transmita más que una imagen para seguir generando el engagement al que estábamos acostumbrados.
No voy a mentir, la prueba y el error son los mejores maestros. La radicalidad del cambio fue tal, que no tuvimos mucho tiempo de reacción. De la noche a la mañana tuvimos que hacernos expertos en un nuevo formato; un formato que no desconocíamos, pero que sorprendentemente nadie del medio dominaba.
La transición fue difícil, pero siempre me he definido como un hombre de innovación. El nuevo panorama era, en realidad, una oportunidad para explorar nuevas maneras de sorprender al mundo. Y eso fue lo que hice. Mi manera de romper la barrera digital e ir más allá de la plataforma, fue generar una experiencia integral en los contenidos que la gente consumía.
Es así como nació The Mind Reader Online. Se trata de un espectáculo online de mentalismo único en su tipo, no sólo por la naturaleza digital del evento, sino por la experiencia que provoca en la audiencia. En el show, los espectadores son co-protagonistas de esta puesta en escena. Las distancias no son un problema para conectarnos mentalmente y más aún, para llevar la magia hasta sus hogares.
A través de objetos físicos que las personas reciben hasta sus domicilios, recreamos una atmósfera que envuelve al espectador en una puesta en escena casi física, pues la espacialidad de su hogar juega un papel importante dentro del show. La magia sucede en sus manos. Las decisiones que toman en familia, se ven reflejadas a kilómetros de distancia en el set. Todo se conecta de manera tal, que por un segundo te olvidas de la plataforma y sólo te enfocas en el asombro que estás reviviendo.
The Mind Reader Online es el entretenimiento antonomástico del 2021, pues está redefiniendo el entretenimiento en línea en esta pandemia. Y lo está redefiniendo porque ha llegado para romper un paradigma: es posible reencontrarse con el asombro sin estar en un gran teatro, en una sala de cine o en un estadio. Es posible transportarse a un mundo de infinitas posibilidades, sin salir de casa.