Ferenz Feher, CEO
Feher Consulting, Agosto 2023
“Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; más donde hay humildad, habrá sabiduría”
Salomón
Hace más de 700 años, el gran Dante Alighieri escribió “La Divina Comedia”, una obra divida en tres partes y en donde en la segunda de éstas (El Purgatorio), habla de los siete pecados capitales, mismos que explican aquellas malas costumbres que provocan que el hombre llegue al infierno o al purgatorio. Y aunque siempre los hemos aplicado para juzgar a los seres humanos, sería interesante ver cómo podríamos aplicarlos para analizar los errores que se cometen al interior de una empresa.
La pereza, la avaricia, la soberbia, la envidia, la gula, la ira y la lujuria son esos pecados capitales que si no dejamos de cometerlos en nuestro negocio, podrían llevarlo a la ruina y a su correspondiente desaparición. Quizá te preguntes por qué tu compañía no está creciendo tanto como esperabas, o tú mismo no te sientes satisfecho con los resultados obtenidos hasta el momento. Es hora de cuestionarte si es que estás haciendo lo correcto y trabajando con perseverancia, o quizá te está faltando ese empuje de energía física y emocional que todo negocio requiere… es hora de ahuyentar a los pecados capitales para evitar que terminen con tu negocio.
Aunque hay varios autores que han escrito sobre cómo aplicarían cada uno de esos pecados capitales en un negocio, me gustaría tomar como inspiración lo que interpretó Mariano Joaquín Lombardi, de la Universidad de Palermo, que aunque enfocado a temas comerciales principalmente, hace una referencia interesante de cómo aplicar cada pecado al interior de una empresa. Analicemos cada pecado capital:
La pereza. Su mismo nombre lo dice ¿no? Creer que ya hemos hecho lo suficiente, o querer que las cosas lleguen fácil, sin el mínimo esfuerzo. Lombardi habla de cierta mediocridad al interior de la empresa, que ya perdió su horizonte y se conforma con lo que le llegue. Como ya lo he explicado en múltiples ocasiones, en cualquier emprendimiento o negocio es fundamental que día a día se trabaje con pasión y ahínco, sin creer que no hay más por hacer… ¡siempre hay más cosas que podamos innovar o crear! Si eres de esos que les gusta dejar las cosas para después y procrastinar se ha convertido en un hábito, es momento que consideres si eres feliz en lo que haces o qué es lo que te hace falta para sentirte motivado y ponerte en acción.
La avaricia. Estamos hablando aquí de un afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. El académico de la Universidad de Palermo, explica que esto puede interpretarse como una empresa que tiene como única prioridad el dinero. Pensemos en una firma que solo le interesa vender más y más de un producto o servicio, perdiendo el foco de la calidad de éste y de cómo atiende a sus clientes, e incluso cómo está tratando a su capital humano. Quizá en el corto plazo pueda ganar mucho dinero… al largo plazo será un negocio que terminará cerrando porque sus prioridades estaban equivocadas, ya que, si bien el objetivo más común de una empresa es generar ingresos monetarios, también se debe poner especial atención en cómo estamos tratando a quienes forman parte de nuestra cadena de valor: clientes, empleados, distribuidores, etcétera.
La soberbia. Lombardi explica que este pecado capital tiene que ver con una altivez y apetito desordenado de ser preferido ante otros, ser el centro del universo; por consiguiente, los demás están para cumplir mis deseos y atenderme. El problema, al interior de una empresa, es cuando olvidamos que si un cliente no está satisfecho con algo de lo que le ofrecimos, nuestro negocio puede perecer. Tenemos que ser muy conscientes de que por establecer un negocio exitoso o con alta demanda, no significa que descubrimos el hilo negro del mundo empresarial, y que un día podemos estar en la cima y al día siguiente no. Siempre debemos actuar con humildad, aprender de nuestros errores, saber escuchar a los demás y tener la disposición de que recibir críticas constructivas.
La envidia. Si te da tristeza ver que a otra empresa le sucede algo bueno y a ti no, o bien te alegras cuando algo les sale mal, déjame decirte que eres una empresa envidiosa. Pasar todo el tiempo viendo qué hace la competencia o determinar tus actividades o nuevos productos o servicios según lo que hacen los demás, no solo te convierte en una persona que se maneja con envidia, sino que además se está perdiendo la valiosa oportunidad de ser diferente y, por consiguiente, de ser mejor y superarse día con día. Lombardi dice que el envidioso vive sobrevalorando lo ajeno y menospreciando lo propio, y ¡es totalmente cierto! Concéntrate en tu compañía, en tu gente, en cómo motivarlos para ser más productivos, en ser diferente a los demás.
La gula. Como sabemos, se trata de exceso desordenado por comer y beber. ¿Cómo lo aplicamos a la empresa? No se trata de un afán desmedido por ir a comer todos los días con un cliente diferente, más bien se trata de creer que todo lo que llega a la empresa tiene que ser para ella. Por ejemplo, cuando surge una nueva tendencia en marketing y todos quieren usarla porque es lo más ‘in’, y en muchas ocasiones ni siquiera funciona para el tipo de compañía. O cuando aceptamos cualquier cliente que llega a nosotros, sin analizar si realmente podremos cumplir sus necesidades o expectativas. Ni todo que le sirve a uno le sirve a otro, ni todos los clientes son idóneos para tu negocio. Deja de desear tener todo, engullir todo, y analiza con total honestidad qué es lo que tu compañía necesita.
La ira. Este pecado capital es considerado como un deseo de venganza, aunque realmente se puede traducir como un enojo muy grande y violento. Como sea, en la empresa puede ser considerado como una actitud egoísta, donde las cosas siempre se deben hacer como tú dices y si no sucede así, esto puede provocar que arrases con todo, dígase colaboradores, clientes, proveedores, socios, etc. En tu empresa querer imponer o abusar de los demás, por este afán de mostrar que tú tienes el poder, puede llevarte a que tu negocio caiga en un rotundo fracaso, sobre todo porque las personas no podrán lidiar con alguien que solo ve por sí mismo y sus intereses. Recuerda que un buen líder es aquel que sabe conciliar, empezando por sí mismo.
La lujuria. El catedrático de la Universidad de Palermo asegura que este pecado capital es un vicio, un deseo desordenado de lo sensual y sexual. En la empresa, explica, aplica cuando una empresa abusa de las acciones y atenciones desordenadas con sus clientes, sin dejarlos conformes. Es decir, su prioridad es “quedar bien” pero sin una atención real a las necesidades de su cadena de valor. Y esto también encaja con aquellas compañías que hacen campañas exhaustivas de sus excelentes productos, incluyendo las engorrosas llamadas telefónicas que solo acosan a sus clientes cautivos. Y en este sentido, te diría que no gastes esfuerzos en quedar bien o presumir lo que eres, mejor trabaja día a día con crear productos y servicios que sí satisfagan a los clientes, que no estén pensados en llamar la atención, sino en aportar algo a la vida de las personas, incluyendo a los que ya son tus consumidores. Como dicen, evita el “mucho ruido y pocas nueces”.
Como verás, es muy fácil detectar si es que tu empresa o tú mismo está cayendo en alguno de estos pecados capitales, y una vez que lo hagas lo mejor será enderezar el camino y ahuyentarlos de tu compañía. Recuerda que una empresa está conformada no solo por quien la creó, sino que también juegan un papel fundamental tu capital humano y tus clientes, y por ellos es que deberás trabajar en equipo e impulsar el crecimiento honesto y coherente de tu negocio. No es difícil, te lo puedo asegurar.