El viaje emocional y estratégico de la gobernanza

Constituir una empresa familiar es, antes que nada, un recorrido que estará lleno de historias profundamente emocionales en donde la mayoría de los fundadores comienzan enfocándose en operar, vender, cobrar y sobrevivir. En ese momento, conceptos como “gobernanza”, “protocolo de accionistas” o “family office” suenan lejanos, quizá demasiado complicados, y muchas veces generan resistencia porque se sienten ajenos a la realidad y a la operación cotidiana.

Sin embargo, conforme la empresa crece, también crece una verdad inevitable: para que el negocio trascienda, el fundador debe evolucionar —y con él, su modelo de gobernanza familiar y corporativo.

La transición de empresa familiar a familia empresaria

El primer gran paso es reconocer que la empresa ya no es sólo “del fundador”, sino el principal patrimonio de una familia que seguirá expandiéndose. En esta etapa, el reto no es técnico: es emocional. El fundador debe aprender a ceder información, delegar decisiones y marcar límites sanos entre empresa, hogar y familia.

Es en esta etapa donde nace la necesidad de contar con un Protocolo de Accionistas o Familiar, no como un documento jurídico para imponer reglas, sino como un acuerdo de confianza entre hermanos, hijos, primos y futuros socios. Un buen protocolo aclara cómo se tomarán decisiones, cómo se distribuirá el valor creado y cómo se evitarán conflictos que puedan romper relaciones personales y societarias.

Una vez que ese acuerdo existe, el siguiente paso es formalizar lo pactado a través de mecanismos legales y patrimoniales que le den estabilidad a las decisiones:

  • Ajustes a estatutos sociales,
  • Creación de fideicomisos patrimoniales o de administración,
  • Institucionalización de un consejo familiar como espacio de diálogo y prevención de conflictos.

Estos elementos convierten acuerdos informales en reglas claras que sobreviven a generaciones y facilitan el funcionamiento de la empresa y la convivencia familiar.

Con esa base sólida, la familia está lista para dar el siguiente paso natural: la evolución hacia un family office, un modelo que profesionaliza la administración del patrimonio familiar, las inversiones y el desarrollo de las futuras generaciones.

La evolución del negocio: del dueño único al consejo consultivo

En paralelo, la empresa también debe evolucionar. Mientras la operación crece, el fundador necesitará tomar decisiones más estratégicas, y un acompañamiento profesional que sirva de guía y que contraste su visión de negocio con experiencia de un externo.

El camino típico para evolucionar en el ámbito corporativo inicia con reuniones periódicas de revisión que posteriormente se formalizan con la constitución de un consejo consultivo que contraste la información presentada por la empresa con la experiencia de externos.  Un buen consejo trae experiencias diversas, preguntas incómodas pero necesarias y disciplina para tomar decisiones informadas. El fundador sigue al frente, pero acompañado.

Adoptar esta estructura requiere empatía, paciencia y una profunda comprensión del contexto emocional del dueño. No es sólo implementar sesiones de consejo, es guiar a un líder que ha dedicado su vida a su empresa y que merece un modelo de gobernanza que honre su historia y su conocimiento, pero que lo rete en el ámbito profesional.

Un viaje acompañado

La gobernanza familiar y corporativa no es un destino, es un viaje. Cada familia, cada fundador y cada empresa avanzan a su propio ritmo. Lo verdaderamente valioso es contar con un acompañamiento que combine sensibilidad, experiencia y claridad estratégica.

Ese es también el propósito de Feher Consulting y de su práctica de Governance: acompañar a fundadores y familias empresarias en la construcción de estructuras simples, claras y sensibles hacia la protección de su patrimonio y su legado.

+Información: https://feherandfeher.com/consultoria/